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domingo, 9 de enero de 2011


EDITORIAL
MULTAS A PEATONES: LOS PRO Y LOS CONTRA

En virtud de la entrada en vigencia del nuevo Código del Peatón, comenzó ayer en Trujillo la aplicación de papeletas a los transeúntes y peatones infractores de las normas de tránsito. La medida, anunciada con la debida antelación, ha merecido una sorda resistencia de parte de quienes consideran que se comete un abuso contra ellos.

A lo largo de la jornada, los policías de tránsito han recibido críticas y desplantes de los transeúntes. Ha quedado evidenciado, de esa forma, que el peatón trujillano acusa los mismos y pronunciados vicios de cualesquiera de sus similares de otras ciudades y localidades del país. Comete infracciones con una facilidad y frecuencia increíbles, y cuando se le intenta sancionar por ello pega el grito en el cielo arguyendo diversas justificaciones, a cual más absurda.

En ese sentido, corresponde a la autoridad policial no cejar en su propósito de poner en orden en las veredas y pistas, colaborando de esa forma en el sector Transportes y Comunicaciones (gestor de la iniciativa). No es posible cruzar  ni invadir las pistas como se le dé en gana individualmente a cada transeúnte. Estaríamos legitimando la ley de la selva, donde cada quien autoimpone las reglas que se les antoja y como se le antoja.

Pero pongámoslos también a analizar objetivamente el marco físico en el que este nuevo reglamento se ha comenzado a aplicar. Razón tienen quienes apuntan que hay diversas fallas que impiden cumplir con el mandato de las nuevas normas.

Por ejemplo, hay lugares en la propia ciudad de Trujillo donde no existen cruces peatonales. ¿Cómo hace para cruzar la pista, acoso, un poblador que transita por la carretera que conduce de Trujillo a Huanchaco? Existen puntos donde incluso no hay señalizaciones claras y donde precisamente por eso los automovilistas, que circulan a considerable velocidad, nunca ceden el paso. Esto en el Perú es casi un gesto inexistente, raro, que habla a las claras del poco civismo imperante.

Además, en las estrechas calles locales se producen embotellamientos de tramos cortos que hacen inservible el semáforo a un transeúnte. Aquel es un elemento de adorno que no cumple su función.
Corresponde entonces a la autoridad municipal reparar o aminorar estos déficits de infraestructura par que no haya lugar a reclamo. Corresponde del mismo modo a la autoridad policial vigilar con igual celo el cumplimiento de esa norma, cualquiera que fuera la hora. Porque en la noche, a falta de efectivos policiales en las calles, se infringe todo lo que no se pudo durante la mañana o tarde.

Hay que solicitar entonces a la autoridad policial que no baje la guardia y que mantenga sus niveles de vigilancia las 24 horas del día. Sólo así se podrá proseguir con una medida que, mal que bien, puede tener fallas pero nunca ser tildada de discriminatoria.

(Publicado en el diario La Industria de Trujillo. Jueves 02 de diciembre de 2010,
página A2, sección OPINION)

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